EXCRECIÓN RENAL
Es la vía de eliminación más importante después de la vía hepática (metabolismo). Incluye procesos
positivos y negativos propios de la fisiología normal del riñón, cuya suma algebraica genera la
eliminación renal neta:
1) Filtración: Los capilares renales están diseñados especialmente para este proceso, por
presentar múltiples poros que permiten el paso libre y rápido de toda sustancia cuyo peso
molecular no exceda 69.000 Dalton; esto implica que, en condiciones normales, las sustancias
que estén unidas a proteínas plasmáticas no pasarán al filtrado glomerular. Es un proceso
pasivo, dirigido por el gradiente de concentración y por la diferencia de presión hidrostática
entre la circulación y el contenido glomerular. En adultos normales, se filtran alrededor de 130 ml de plasma por minuto por lo que se tendrá la posibilidad de eliminar la droga presente en ese
volumen de líquido.
2) Secreción Tubular: Aunque el proceso de filtración es altamente eficaz, pueden quedar
remanentes importantes de muchas sustancias que no pasen al contenido luminal de la vía
urinaria. En este caso, hay la posibilidad de que se de un proceso de difusión pasiva de
sustancias desde la arteriola eferente hacia el túbulo renal, proceso que, sin embargo, resulta de
poca eficiencia. No obstante, existe otro proceso, en este caso activo, que permite la
eliminación de sustancias, gracias a la intervención de transportadores más o menos
específicos, que pueden ocuparse por sustancias diferentes. Existen dos tipos generales de
transportadores, para aniones o para cationes orgánicos. Estos transportadores son sensibles a
saturación y competición.
3) Reabsorción: Independientemente del proceso que lleve una sustancia a la luz tubular, la misma
puede pasar nuevamente a la circulación, mediante un proceso pasivo de difusión que sigue los
mismos principios que se han desarrollado en otros apartados. Entre otros factores, son importantes
de destacar la liposolubilidad y el estado de ionización de las sustancias. El estado de ionización
puede depender primordialmente de la diferencia de pH entre la orina y el plasma. Cuando el pH de
la orina es relativamente bajo, los ácidos orgánicos predominarán en su forma protonada, menos
cargada y por tanto más liposoluble, por lo que tenderán a ser reabsorbidos, pasando al plasma, en
el cual el pH relativamente alcalino, permitirá su ionización y “secuestro”; por otra parte, si el pH
de la orina es relativamente alcalino, los ácidos orgánicos tenderán a ceder su(s) protón(es) al
medio, por lo que adquirirán una carga eléctrica que dificultará su difusión, siendo entonces
difícilmente reabsorbidos. Las bases débiles sufren el reverso del proceso descrito. Esta
dependencia de la reabsorción respecto al pH es usada en el tratamiento de intoxicaciones por
sustancias ionizables, ya que al manipular el pH urinario puede lograrse una mayor o menor
excreción de esos químicos.
Cuando la función de filtración renal está comprometida, se puede recurrir al uso de medios artificiales
de eliminación de fármacos (y/o sustancias de desecho del organismo), incluyendo los procesos de
hemodiálisis y diálisis peritoneal. Ciertamente la mayor parte de los fármacos depende básicamente de
vías de eliminación no renales, pero no es menos cierto que en al menos una cuarta parte de los casos la
fracción de eliminación por excreción renal es semejante o incluso mayor que la fracción que se
elimina por metabolismo. Esto puede observarse en el gráfico que se muestra a continuación, en el que se puede observar que en la tercera parte de los casos la eliminación es renal fundamentalmente
(aunque no necesariamente de manera exclusiva).
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