lunes, 19 de octubre de 2015

ANTAGONISMO FARMACOLÓGICO

Se puede definir el término Antagonista como el de una molécula que se une al receptor sin inducir en
él la producción de la función a la que está destinado (sin activarlo; en otras palabras, sin cambiar su
conformación); por tanto, la acción
de un antagonista sería simplemente
la de impedir la unión del agonista        
endógeno.
Según el tipo de unión al receptor,
hay dos tipos de antagonista: Si
ocupan el sitio de unión del agonista
se trata de antagonistas competitivos;
si ocupan otros sitios del complejo receptor, se trata de antagonistas no competitivos (ver figura
inicial).
En el primero de los casos, es posible que el agonista en concentraciones relativamente altas (y en
función de la Ley de Acción de Masas) pueda llegar a desplazar al antagonista, permitiendo que la
función a fin de cuentas pueda presentarse; sin embargo el logro de esta función se da a expensas de
dificultad mucho mayor que la habitual.
Puede deducirse entonces que estas drogas actúan sobre la potencia aparente de un fármaco
(reduciéndola), sin alterar la eficacia, puesto que el efecto máximo aún puede ser alcanzado (aún
cuando sólo es a dosis mucho mayores del agonista que las requeridas habitualmente). Esta posibilidad
de que se pueda alcanzar aún el efecto máximo hace que este antagonismo también se conozca como
antagonismo superable. A estos antagonistas también se les conoce como antagonistas neutrales, para
diferenciarlos de los agonistas parciales.
Los antagonistas no competitivos, al situarse en otro sitio del receptor, no pueden ser desplazados por
el agonista, por lo que el efecto antagónico persistiría aún en la presencia de concentraciones elevadas
del ligando endógeno. Por esta razón, a este tipo de antagonismo también se le suele conocer como
antagonismo no superable.
Es posible cuantificar la capacidad de un antagonista competitivo, por medio de un índice conocido
como POTENCIA ANTAGÓNICA (pAx), que no es más que el logaritmo negativo de la concentración del
antagonista que se precisa para hacer que, para lograr un efecto dado, se requiera una dosis de agonista
x veces mayor que la requerida para ese mismo efecto en ausencia del antagonista. El siguiente ejemplo
aclara un poco el concepto:
Supóngase una interacción en la cual un agonista, a dosis de 4 mg/Kg de peso, pueda inducir un efecto
dado; si agregamos un antagonista cuya pA2 (x = 2) sea de - 1 {antilog ( - ( - 1)] = 10)}, quiere decir
que, en presencia de 10 mg/Kg de antagonista se requiere de 2 veces la concentración de agonista (8 en
lugar de 4 mg/Kg) para lograr el mismo efecto anterior. Un segundo antagonista con pA2 de 0 indica
que se requiere {antilog ( - (0)] = 1)} de 1 mg para lograr el mismo efecto mencionado. Se observa,
pues, que cuanto mayor es el valor de pA2, menor es la cantidad de antagonista requerido para causar
inhibición (y, por ende, sería mayor la Potencia Antagónica). La pA2 es la medida más usada porque la
misma representa una estimación de la afinidad del antagonista por el receptor implicado.
Cabe destacar que se han mencionado mecanismos de acción de antagonistas que actúan a nivel de un
determinado receptor, lo cual corresponde a la definición estricta de antagonismo; sin embargo, es
posible el uso de fármacos que puedan generar un efecto opuesto por medio de un mecanismo no
asociado al receptor que media la función que se desea modificar (agonistas muscarínicos respecto a la función adrenérgica, por ejemplo); en este caso, la interacción que se produce es conocida como
Antagonismo Funcional o Fisiológico.

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